domingo, 12 de junio de 2011

El David - Un hombre y una mujer



Un hombre y una mujer compartían los almuerzos de una olla común. Compartían también la cama…no así sus sueños.
Pasaban las horas de ocio bajo el mismo techo. Las mismas paredes blancas, las mismas sombras.
El uno cuidaba del otro los encuentros extraños de sus genitales.
El mismo champú…y el despertador.

Los hijos eran comunes a ambos -como Dios manda- y los impuestos también, siempre al día.
Envejecieron juntos y ella murió una tarde. Él se sorprendió que el velatorio, el funeral y la lápida hayan prescindido de él.
Él, simplemente, también murió después y nadie pensó en enterrarlo con ella.
Morir es netamente personal.

3 comentarios:

Silvia Sanchez dijo...

genio! muy bueno Julio! conciso, profundo. vital. Me gusta.

Nacer también es netamente personal.
un abrazo enorme y adelante!

Julio Antonio Padrón Hernández dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Julio Antonio Padrón Hernández dijo...

Muchas gracias!!, Silvia.
Así es, podríamos decir que nacer es "casualmente personal", mientras que morir es su causa.
Muchos cariños.